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Lecturas para Pensar: Las barreras del lenguaje. Parte I- China

Lecturas para Pensar: Las barreras del lenguaje. Parte I- China

La escritura china y el arte en un mundo globalizado

Ante la euforia por los ordenadores y los teléfonos móviles, por Internet y los chats, parece difícil pensar que en la China del siglo XXI haya un lugar para el tradicional pincel de caligrafía. La escritura depende, cada vez más, en China y en todo el mundo, de un teclado y una pantalla de ordenador. El bolígrafo está quedando cada vez más arrinconado y, por lo tanto parece que la enseñanza de la caligrafía china está perdiendo su razón de ser.

 

La caligrafía y en general "las artes de la escritura" parecen el elemento más tradicional y arraigado en el pasado de todo el complejo mundo de la escritura china, al menos en su vertiente más externa. ¿Qué utilidad pueden tener actualmente para los chinos los centenares o miles de horas que hay que dedicar a la práctica de la caligrafía? ¿Se puede adaptar, como lo ha hecho durante más de tres mil años, a la formas de pensar y de sentir del arte contemporáneo de un mundo global como el nuestro? Una vez más, la respuesta es afirmativa: la escritura no sólo continúa formando parte del mundo del arte, tanto del tradicional como del de vanguardia, sino que además mantiene toda su fuerza estética y conceptual.

 

Aunque la caligrafía china, en su sentido más clásico, continúa practicándose en los países de Asia oriental por parte de miles de artistas de líneas tradicionales, dedicaremos nuestra atención a los artistas más vanguardistas, cuya obra es un síntoma más de la ductibilidad de la escritura china. De hecho, varios de los artistas contemporáneos más importantes han hecho de los caracteres chinos uno de los referentes principales de su obra, algunos con espíritu muy crítico -tanto contra el sistema de escritura como, sobre todo, contra el conservadurismo tradicionalista que creen que en él se oculta. No en vano desde Occidente algunos de los artistas contemporáneos más representativos del siglo XX ya se habían fijado en la potencialidad de la caligrafía china, tanto a nivel material como artístico. Sin embargo, mucho más significativas para nosotros son las propuestas del arte contemporáneo chino de las dos últimas décadas que han coincidido con los cambios políticos y económicos que han afectado sobre todo a la China continental.

 

Algunos de los nuevos artistas han convertido la caligrafía china en un arte diferente, que han incorporado nuevas formas, nuevos materiales, nuevos objetivos, y nuevos conceptos, sin olvidar, sin embargo, algunos de los componentes más básicos del arte caligráfico. Una de las figuras más destacadas dentro del panorama artístico contemporáneo es Xu Bing, nacido en el año 1955 en Chongqing. Su obra se encuentra íntimamente relacionada con el mundo de la escritura china. Uno de sus trabajos más conocidos es la instalación El Libro del Cielo (Tian shu, 1988), en la cual los caracteres chinos y no chinos son los protagonistas únicos. Xu distribuyó sobre el suelo un total de 400 libros de caligrafías escritos y ligados artesanalmente, que se extendían bajo un techo monumental del que colgaban rollos ondulantes de 30 metros de longitud. Además de la fuerza visual de los miles de caracteres chinos que llenaban la vista, el espectador quedaba totalmente sorprendido al comprobar que, a pesar de su apariencia, no se trataba de caracteres chinos, sino de nuevos caracteres sin significado, con la única excepción de diez caracteres realmente existentes.

 

La obra de artistas como Xu Bing, Gu Wenda, Qiu Zhijie, o Tsang Tsou-choi (y muchos otros, como Wu Shanzhuan o Hung Tung) es un reflejo de la nueva dimensión artística que está alcanzando la escritura china. La dialéctica entre elementos tradicionales y modernos, a nivel material y conceptual, es la base de las inquietudes que fundamentan la obra de algunos autores de finales de siglo XX y principios de siglo XXI , y es una muestra más, no sólo de la ductilidad y la capacidad de adaptación del arte y la escritura tradicionales, sino también de la convivencia de tradición y modernidad que se encuentra en todos y cada uno de los fenómenos que integran el complejo mundo chino de comienzos del siglo XXI. El valor artístico de la escritura china se mantiene a pesar de los cambios sociales y las revoluciones tecnológicas, e incluso la informática permite utilizar los estilos de escritura artísticos, desde el caoshu al zhuanshu, con el teclado de nuestros ordenadores.

 

Por otra parte, la última década del siglo XX ha sido la del descubrimiento en Occidente de las obras y de los artistas chinos contemporáneos, y con ellos la nueva consideración que los caracteres chinos tienen en el arte de vanguardia ha llegado a las grandes galerías de Nueva York o París. Con todo ello se ha conseguido que la caligrafía china, un arte hasta ahora entendido sólo por los propios chinos y por unos pocos especialistas no asiáticos, haya traspasado las fronteras de Asia Oriental y haya empezado a formar parte por primera vez del mundo del arte en el sentido más universal.

 

Perspectivas para el siglo XXI

 

Según hemos visto en el apartado anterior, la lengua y la escritura china disfrutan aparentemente de un buen estado de salud. El mandarín es la lengua más hablada del mundo; el chino se ha situado en el segundo lugar entre las lenguas más usada en Internet; la escritura ha superado las problemáticas que el mundo moderno le ha impuesto y ha salido fortalecido, gracias precisamente a los avances de la informática; la pujanza económica de China en la última década ha impulsado el estudio del chino como lengua extranjera y su presencia en el mundo empresarial; y la escritura china ha recuperado parte de su presencia en el mundo del arte convirtiéndose en una nueva forma de lenguaje. Son síntomas que permiten ser optimistas: son muchos los que dicen que no sólo es una lengua con futuro, sino que es la lengua del siglo XXI. No obstante, existen ciertos indicios que arrojan alguna sombra sobre estas previsiones.

 

 

Viejos dilemas

 

Es difícil determinar hacia dónde evolucionará esta dicotomía de la escritura china. La situación política actual asegura que no se producirán cambios a medio plazo, y que los dos sistemas continuarán usándose en las áreas donde se utilizan hoy en día.

 

Ni China se echará para atrás en su adopción de los caracteres simplificados, después de conseguir imponerlos a más de mil millones de personas, ni Taiwán cederá en favor de un sistema que no ha aportado ninguna solución definitiva a unas problemáticas que a inicios del siglo XXI han dejado en gran parte de serlo.

No obstante, hay otro dilema que algunos especialistas todavía plantean: el del abandono del sistema de escritura chino. El siglo XX ha representado un desafío para este sistema, cuando parecía que era incapaz de adaptarse a las necesidades de la vida moderna y se quedaba rezagado ante las revoluciones tecnológicas que mostraron la eficiencia de los sistemas alfabéticos. Además, reforma como la vivida en Vietnam, que abandonó la escritura de caracteres a inicios del siglo pasado en favor de un sistema fonético basado en el alfabeto latino, reforzaron los argumentos de algunos abolicionistas. Aún así, el caso de la lengua vietnamita es muy distinto del de la China: ante las 400 sílabas del chino moderno, el vietnamita tiene unas 2.400 sílabas (unas 4.800 si tenemos en cuenta los tonos), cosa que lo hace mucho más susceptible de escribirse con un sistema fonográfico alfabético (y no con uno silábico); además, la gramática del vietnamita es más matizada y contextualizadora que la del chino. Socialmente, hay otra gran diferencia: la adopción del sistema alfabético en Vietnam se produjo en un momento en que la mayoría de la población no estaba alfabetizada y no conocía, por lo tanto, el antiguo sistema de escritura por caracteres. Por todo ello, los casos del chino y del vietnamita no son totalmente comparables.

 

Aún así, no debemos menospreciar el número de especialistas que continúan criticando el sistema chino de escritura e incluso el de los partidarios de la adopción de un sistema alfabético. La mayoría de ellos, sin embargo, concluye que las características propias de la lengua china desaconsejan una reforma radical que limite el número de caracteres (como se realizó en el caso del japonés) o que los elimine de manera definitiva, ya que los problemas que esto causaría son mucho más importantes y numerosos que los que presenta hoy en día.

 

De hecho, cabe preguntarse una cuestión previa: los "problemas" de la escritura, ¿para quién son problemas? Los que en la actualidad continúan criticando la escritura china y considerándola impropia del mundo moderno son fundamentalmente los especialistas occidentales, ya que para los propios chinos la escritura china es tan poco problemática como la alfabética para nosotros, y más teniendo en cuenta las implicaciones más allá de la lengua que se esconden con este hecho. La escritura china representa un desafío para el estudiante extranjero, pero ello no implica que sea fundamentalmente problemática; al contrario, ha sido para muchos a lo largo de la historia (y consciente o inconscientemente lo continúa siendo) una muestra de la supuesta superioridad de su cultura. Pocos son los que estarían dispuestos a abandonarla.

 

Las críticas de algunos especialistas occidentales, aunque razonadas, merecen para los chinos la misma consideración que para nosotros tendría la opinión de un especialista chino que propusiera eliminar el uso del subjuntivo en las lenguas romances simplemente por el hecho de que representa una enorme dificultad para los estudiantes asiáticos. Los chinos no viven su lengua ni su escritura como problemática, y por lo tanto no creen en la necesidad de reformas radicales como el abandono de caracteres chinos. La escritura china vive un momento de fortaleza, teniendo en cuenta el estudio que merece en el extranjero y los medios que le proporciona la tecnología, que hacen presagiarle un largo futuro. La principal duda, de hecho, no emerge de consideraciones teóricas sino prácticas, vinculadas a el aprendizaje de la lengua a los no nativas.

 

 

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Extracto del libro: “La lengua china: historia, signo y contexto: Una aproximación sociocultural” Escrito por David Martínez Robles.

Imágenes: El País (España) - Google.com

 

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