
De tanto discutir sobre cuándo la tecnología iba a sobrepasar nuestras capacidades, perdimos de vista que las máquinas se estaban enfocando en conocer nuestras debilidades.
Es la base que sustenta un concepto que está resonando en Silicon Valley y que se conoce como human downgrading, "degradación humana" en español.
Fue acuñado por el científico informático Tristan Harris y su socio Randima (Randy) Fernando, cofundadores del Center for Humane Technology (CHT, Centro para la Tecnología Humana), una organización sin ánimo de lucro cuya misión es "revertir la degradación humana" y "realinear la tecnología con nuestra humanidad".
En el reciente documental de Netflix The Social Dilemma ("El dilema de las redes sociales") Harris y Fernando exponen esta cuestión, estrechamente ligada a la llamada "economía de la atención", o cómo las empresas monetizan nuestra atención a través de las redes sociales y otras tecnologías digitales.
¿Cómo surgió tu interés en la economía de la atención y por qué te parece importante?
Mis padres me enseñaron mindfulness (meditación basada en atención plena) y tecnología desde muy pequeño, así que yo seguí esa trayectoria. Me interesé mucho en las gráficas computacionales y trabajé en Nvidia (una multinacional de Silicon Valley) durante siete años. Después ayudé a fundar una organización llamada Mindful Schools para enseñar mindfulness en las escuelas.
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