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¿Cómo será el mundo en 50 años?

¿Cómo será el mundo en 50 años?

 

El futuro de la humanidad es materia fascinante de análisis y especulación. Lejos de la ciencia ficción, físicos, lingüistas, filósofos, urbanistas y politólogos responden 20 preguntas sobre cómo será -o podría ser- la vida en 2069

 

Joaquín Sánchez Mariño, La Nación, 4 de julio de 2019

 

 

 
1. ¿Qué idioma hablaremos? ¿Los traductores inteligentes unificarán la lengua?

Mucho se habla sobre el avance del chino, del español incluso, y de la puesta en jaque del inglés como idioma universal. Pero ¿tiene sentido seguir preguntándose eso cuando cada vez es más habitual ver traducciones automáticas? En la películaMatrix (1999), el protagonista aprendía un idioma con solo descargarlo en su cabeza; ya ni eso suena sensato. Las tecnologías harán las traducciones, no el cerebro. En el mismo sentido opina Paula Salerno, doctora en Lingüística (UBA) y asesora en discursos: "Sobre la comunicación global, el mayor desarrollo de iniciativas como Google translate va a hacer que no sea imprescindible aprender idiomas para hablar con gente de otras partes del mundo ni para conseguir trabajo. Es decir, posiblemente haya un envejecimiento de la población bilingüe y una notoria disminución de políglotas. Las personas van a dejar de usar su dinero y su tiempo en clases de inglés, ruso, chino, pero van a "hablar" estos idiomas a través de sus dispositivos. También, es posible que se acentúe la variedad y heterogeneidad de medios para comunicarnos y que aumenten las "traducciones" entre distintos sistemas semióticos (imagen, texto, sonido, y también braille, lengua de señas, etc.). Por último, sería un gran avance que se adoptaran formas más igualitarias para expresar las diversidades de todo tipo: de género, culturales, etcétera. El lenguaje no solo transmite la realidad, sino que la construye".

 
2. ¿Cómo nos comunicaremos?

No es lo mismo pensar en qué idioma hablaremos que en qué plataformas o de qué modo lo haremos. Andrés Rieznik, doctor en Física y neurocientífico, dice: "Lo que no va a pasar, que muchos especulan, es que nos comuniquemos con el pensamiento, que tengamos electrodos que nos lean el cerebro y puedan transmitir lo que estoy pensando. Pero sí, que la comunicación a distancia va a ser más parecida a la que tenemos cuando hablamos en persona. Lo que no vamos a poder comunicar son los olores ni el gusto. Todo lo demás va a ser cada vez más cercano a la realidad y seguro va a haber hologramas o imágenes muy parecidas a uno.

 
3. ¿Cómo serán las ciudades?

Carlo Ratti, director del Senseable City Lab del Massachusetts Institute of Technology (MIT), es uno de los creadores del concepto senseable city (ciudad sensible o sensata), y uno de los urbanistas que más sabe sobre el futuro de los centros urbanos. Si bien no se opone al término más popular, Smart City (ciudad inteligente), cree que la clave no está necesariamente en lo que pueda aportar la tecnología, sino en cómo el hombre jerarquizará esas herramientas. "Los elementos clave de la arquitectura no cambiarán, pero sí cómo viviremos en la ciudad", sostiene. Para él, avanzará la presencia de la naturaleza sobre las urbes, que serán necesariamente más verdes. La economía compartida ( sharing economy) será una parte clave: herramientas como Airbnb (trascendidas ya para ese entonces, asumimos) habrán sentado precedente. Los espacios muertos, los autos estacionados sin uso, los departamentos vacíos deberían ser cosa del pasado. Habrá menos, y mejor utilizado. En ese aspecto, serán ciudades llenas de movimiento y vértigo, con autos autónomos yendo de acá para allá y resolviendo los problemas de densidad, a fuerza de un ordenamiento inteligente de los recursos. Ciudades donde todo es de todos, cubiertas de verde, ¿monitoreadas de manera permanente? Todo pronóstico es siempre una posible mentira arrojada hacia adelante, pero es también un intento de verdad.

 4. ¿Cómo pagaremos por las cosas?

Opina Pierpaolo Barbieri, especialista en inclusión financiera y herramientas de Fintech (tecnología financiera): "En términos de pagos, va a ser biométrico: las tarjetas no van a existir más, las billeteras tampoco, pero también creo que los teléfonos van a ser menos importantes. Va a pasar todo por la muñeca, o por el iris del ojo, o con la huella dactilar, que es lo más fácil y rápido, y muy difícil de falsificar. Tendemos hacia la integración entre lo electrónico y lo biológico. Esto empieza con la internet de las cosas y los wearables (artículos que se llevan como una prenda más de vestir por ejemplo), donde llevamos cosas que monitorean nuestra salud y también son métodos de pago. Creo que vamos hacia un momento donde quizá tengamos un implante que no solo chequee nuestra salud en tiempo real sino que nos permita hacer pagos o entrar en lugares siendo nosotros".

 5. ¿Qué país será la máxima potencia mundial?
Antes de irse tan lejos, habría que imaginar cómo sería el enfrentamiento interhegemónico entre Estados Unidos, China y Rusia. Si se establece una bipolaridad como en la Guerra Fría (dos potencias de un lado, EEUU del otro), eso puede extenderse durante muchos años, y llegar a mantener una cierta estabilidad. Ahora, si se produce una guerra entre Estados Unidos y China, como plantea John Mearsheimer, reconocido teórico de relaciones internacionales, no sabemos cómo va a seguir el mundo para adelante. Primero, habría que preguntarse qué va a pasar en los próximos 10 años, aseguran. El politólogo estadounidense Graham Allison habla de la trampa de Tucídides. Dice que así como la guerra del Peloponeso fue desatada por el temor de Esparta frente a la expansión de Atenas, lo mismo podría pasar con Estados Unidos frente a la expansión China.

 
6. ¿En qué soporte leeremos?
Antes, otra pregunta: ¿leeremos? En el caso de que sí, ¿cómo? Responde Nicolás Artusi, lector y estudioso de los hábitos de consumo cultural: "Por un lado, pienso que se va a consolidar la idea de una lectura espasmódica y fugaz contra el acto de lectura reposado que nosotros teníamos como sinónimo de la actividad de leer. Por lo general, las personas que no leen usan como excusa la dificultad del ambiente. Dicen que necesitan una cabaña alejada en un bosque, con un fuego, un vaso de brandy en la mano. Pero en realidad la época actual demuestra que la lectura es espasmódica porque leemos todo el tiempo: las redes sociales, la información de una parada de colectivos, la información nutricional en un paquete de galletitas. Entonces, entiendo que leer es un acto que está en transición: abandona la idea del consumo cultural o formativo (porque uno leía novelas o manuales), y se volverá cada vez más hegemónica la forma de comunicación entre los humanos. De hecho, leer junto con pensar sean probablemente las dos o tres actividades más inherentes al ser humano que puedan existir. 

Por otro lado, creo que el formato libro sí será objeto de una mutación, porque el libro aumentado nos permitirá compartir subrayados, párrafos, ideas, impresiones. Entonces, también tendremos que preguntarnos si leer cambiará de forma, si mirar una imagen en el futuro será entendido como leer y dejará de estar asimilado al verbo mirar. Finalmente, pienso que el acto de leer va a dejar de ser individual para ser colectivo, como hoy es conversar. Pienso que vamos a leer más que nunca, porque lo que antes se transmitía de manera verbal, ahora se transmite de manera escrita, ya acaso eso dará origen a un nuevo sistema de códigos que todavía no conocemos, pero que inevitablemente tendremos que leer".

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