A menudo nos dicen que estamos en medio de una revolución tecnológica.
Que el mundo de las finanzas y del trabajo continúa transformándose y mejorándose gracias a las computadoras, el internet, comunicaciones y procesamiento de datos más veloces, la robótica y, ahora, la inteligencia artificial.
Resulta que hay un pequeño problema con todo esto: nada de eso parece reflejarse en los datos económicos.
Hay muy poca evidencia de que realmente toda esta tecnología nos esté haciendo trabajar mejor y más rápido.
En Reino Unido, entre 1974 y 2008, la productividad -la cantidad de producto que genera un trabajador- creció a un ritmo anual de 2,3%. Pero entre 2008 y 2020, el ritmo de productividad se desplomó a casi 0,5% por año.
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