
Durante el encuentro, realizado en Glasgow, casi dos centenares de gobiernos suscribieron un documento que fija la agenda para la lucha contra este problema global durante la próxima década.
Allí acordaron que este 2022 actualizarían sus objetivos sobre reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y se comprometieron a ir eliminando los subsidios que reducen artificialmente -y por tanto facilitan el consumo- de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo o el gas natural.
Pese a esas promesas, poco meses más tarde, la producción y consumo de este tipo de combustibles ha recibido un fuerte empujón gracias a la invasión rusa a Ucrania.
Un informe publicado esta semana sobre el impacto de esa guerra en la lucha contra el cambio climático asegura que en la actualidad hay una especie de "fiebre del oro" global para la construcción de infraestructura para producir, transportar o procesar combustibles fósiles, en especial, gas natural licuado (GNL).
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